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Enrique iba en dirección a la estación de tren. Estaba por abordar cuando se cayó de su bolso el libro que estaba leyendo hacía unas semanas. Se trataba sobre un episodio que había sucedido en la Francia de Luis XIV cuando se sublevaron algunos súbditos y fueron enviandos a la horca.

Para su suerte logró alcanzar el libro porque ya el tren se estaba moviendo. Fue hacia el asiento que indicaba su boleto y siguió la lectura. El pasisaje se iba tiñendo, y a medida que atardecía como que cambiaba de aire.

Resulta que en un momento, al levantar la vista, vió que Luis le apuntaba con un sable de oro e incrustaciones brillantes. Casi sin hacer caso, se volvió hacia el libro y nuevamente miró esta extrañisima visión.

- ¡Súbdito! ¡Qué hace usted conspirando contra mi! ¡Cómo se atreve!!- dijo con ira el rey francés.

Enrrique, atónito, no supo cómo responder, y al mirar hacia la ventana se dió cuenta que estaban andando en una carroza tirada por caballos, la cual iba a gran velocidad por un paisaje de caminos estrechos.

Abrió velozmente la puerta del carruaje y se tiró hacia el fango y echó a correr. Se escondió tan rápido como pudo en una casa. Jadeaba con dificultad, cuando se dió cuenta que se había olvidado el libro en el carroaje.

En ese momento alguien, seguramente dueño de la casa, le pegó fuertemente en la cabeza y Enrrique cayó desmayado.

Entrada la noche, despertó. Estaba muy oscuro, y sentía un fuerte dolor en la cabeza. Su libro yacía todo embarrado, y al mirar por la ventana, escuchó el tenebroso galope de los caballos...

 

Viaje a la Galia

 

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